El
pasado 7 de Enero, como es de conocimiento público, 25 perros fueron capturados
por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal
(SSPDF) en la reserva ecológica del Cerro de la Estrella, de la delegación
Iztapalapa, ya que de acuerdo con la Procuraduría General de Justicia del
Distrito Federal (PGJDF), podrían ser los causantes de la muerte de cuatro
personas en esa demarcación.
Según
afirma la PGJDF, las cuatro personas fallecieron debido a lesiones provocadas
en un ataque en el que aseguran “participaron diez o más perros”. Sin
embargo, testimonios tanto de familiares de las víctimas como de médicos,
veterinarios y etólogos, apuntan a que las heridas que presentan los cuerpos
delatan tortura y violencia premeditada por parte de humanos, descartando que
la causa mortal fueran mordeduras de canes.
En las últimas horas trascendió que en
varias delegaciones del Distrito Federal se han efectuado redadas contra perros
en situación de calle, hecho derivado de la criminalización que se está
haciendo de ellos.
AnimaNaturalis manifiesta
su consternación ante estos hechos pues, una vez más, queda en evidencia la
incompetencia de las autoridades para investigar y esclarecer crímenes, y su
falta de iniciativa para emprender campañas masivas de esterilización de
animales de compañía, a fin de limitar la población de perros en situación de
calle. Es necesario educar a la población respecto a la tenencia responsable de
animales, y fomentar su adopción en vez de legalizar su compraventa.
Criminalizar a los perros que no tienen
un hogar y considerarlos un peligro para la sociedad es injusto, pues ellos son
víctimas de la negligencia humana.
Por su
parte la etóloga Josefina Martín Olcina especificó en un comunicado, que todas
las evidencias apuntan a que la causa de la muerte de estas cuatro personas
fueron los humanos, “los perros solo se alimentaron de carroña”.
La
etóloga mencionó que hay inconsistencias desde el inicio, comenzando por la
aplicación del término jauría, que es un equipo de
perros utilizado para la caza.
Hay para caza menor, normalmente los
beagles y para caza mayor que serían los bloodhound, entre otros.
“Estos perros son reunidos por sus dueños
para salir a cazar cobardemente con armas de fuego a liebres, zorros, ciervos,
jabalíes, etcétera, y el número varía
dependiendo del equipo humano que decida ir a asesinar un animal, y los perros
sólo son usados para seguir un rastro”.
“Como todos saben el perro desciende del
lobo, primero fue un proto perro o perro primitivo y después paso a ser el
perro de las aldeas (como el Dr. Coppinger lo definió), los perros cambiaron su
morfología para ser más amigables a los humanos y dependiendo de su distancia
de fuga fue como se logró domesticar a los perros”.
“En
realidad los perros nada tarugos lo que hicieron fue aprovecharse de los restos
de comida que dejaban los humanos para evitar cazar”.
“Los
perros nos usan (en teoría) para su alimentación y cuidado, compañía (mutua), y
nosotros los usamos para trabajo, rescate, pastoreo, protección. Sean
ferales o de casa, los perros les da pereza cazar. Es decir, si a un perro le
pones un bote de basura y una liebre que hay que perseguir, pues se queda con
el bote de basura, salvo contadas excepciones, si están de humor y no tienen
nada mejor que hacer, supongo que donde fue el ataque hay harta basura para
hurgar, como en todo México”.
“A lo que voy
con todo este rollo etológico es que los perros en su mayoría pueden matar si
están programados para eso, pero difícilmente se van comer lo que matan”.
Otro punto importante que Martín destacó
fue que no era costeable para los mismos perros vivir en un grupo tan grande,
porque vuelve más difícil la supervivencia.
“Para empezar una manada de 20 perros es incosteable, es decir, en la naturaleza, el comportamiento, va ligado a la reproducción y supervivencia. Todo se trata de costos y beneficios. Ese número de perros no es sustentable para poder aparearse y comer”.
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