¿Sabías que los osos aun cuando duermen durante todo el invierno no pierden su temperatura corporal, su densidad ósea ni su masa muscular?, este es un gran descubrimiento que hicieron un grupo de científicos, y ahora quieren estudiar más allá para que las personas que entran en estado de coma, o pasan mucho tiempo inmóviles no sufran atrofias.
La información fue publicada por el Universal y te la traemos al blog para que te enteres de otra de las tantas cosas buenas que los animales, sin importar su especie pueden hacer por los humanos:
Los osos que hibernan tienen muy escasas demandas energéticas, pero al contrario de la mayoría de los animales que duermen todo el invierno, no se enfrían demasiado, informó el jueves un grupo de investigadores.
Los científicos confían en que, si logran descifrar cómo esos animales reducen el uso de energía y al mismo tiempo mantienen la temperatura corporal relativamente cálida, podrían en un futuro aplicar esos principios para tratar a las víctimas de ataques cardíacos, apoplejía y otras dolencias.
La temperatura corporal de los mamíferos pequeños que hibernan puede caer a un nivel cercano a la congelación. Pero eso no ocurre en los osos negros, más cercanos al tamaño de los seres humanos, según nuevas investigaciones publicadas por la revista Science. Las conclusiones fueron presentadas también en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Progreso de la Ciencia.
El autor central del estudio, Brian Barnes, del Instituto de Biología Artica en la Universidad de Alaska, notó que después de hibernar los osos negros no padecen la pérdida ósea y muscular que se produce en los seres humanos después de un prolongado período de inactividad.
Agregó que si los científicos llegan a comprender mejor los mecanismos de esa menor demanda metabólica, sería posible desarrollar nuevas terapias y medicamentos para la gente.
Aunque eso requeriría muchas más investigaciones, los científicos dicen que comprender el funcionamiento del proceso de hibernación podría prevenir la osteoporosis y la atrofia muscular a causa de la falta de uso, permitiendo posiblemente a los médicos colocar algún día a los heridos que no pueden moverse en un tipo de animación suspendida o reducida hasta que cicatricen.
Barnes, Oivind Toien y colegas estudiaron cinco osos negros -tres machos y dos hembras- que las autoridades de la fauna silvestre de Alaska clasificaron como peligrosos y removieron de la cercanía de los seres humanos.
Los osos fueron alojados en cajas de madera llenas de cámaras y grabadores, además de instrumental para medir el consumo de oxígeno. También les implantaron transmisores con el fin de medir su temperatura, ritmo cardíaco y actividad muscular.
Los científicos hallaron que, en vez de que su temperatura disminuyera cerca del nivel de congelación, los osos experimentaban ciclos de varios días en que su temperatura descendía a 30 grados Centígrados. Después empezaban a temblar y los registros trepaban nuevamente a unos 36 grados, casi normales.
Sin embargo, pese a permanecer relativamente templado, el metabolismo de los osos caía a niveles muy bajos. Su consumo de oxígeno se reducía en un 75% respecto al del verano y su tasa cardíaca descendía de 55 pulsos por minuto a 14.
Otra sorpresa fue que los osos, al igual que las personas somnolientas por la mañana, son lentos para recuperarse de la hibernación. Los investigadores esperaban encontrar que el metabolismo de los animales regresara inmediatamente a los niveles normales. Pero las tasas metabólicas no volvían a sus niveles activos durante dos a tres semanas completas.
La investigación fue apoyada por el Comando de Investigación Médica y Material del Ejército, la Fundación Nacional de Ciencia, el Instituto Nacional de Salud, la Universidad Stanford, la Asociación Cardíaca Estadounidense y el Programa Fulbright.
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