martes, 3 de abril de 2012

Ganaderos "sufren" por cumplir las normas que velan por el bienestar de sus animales

TODO ANIMAL

Los días 1 de enero de cada año son fechas en las que tradicionalmente comienzan a funcionar leyes diversas que afectan a diferentes ámbitos de la vida. Tanto el año presente como el próximo, dos de esos decretos se relacionan de manera especial con dos sectores ganaderos concretos.

Se implantan las llamadas Normativas de Bienestar Animal y los trabajadores del campo se ven obligados a hacer un esfuerzo económico importante para cumplirlas a rajatabla. Con la llegada del 2012, entraron en vigor las exigencias sobre las gallinas ponedoras y en el 2013 le llegará el turno al sector porcino.

El sector avícola ya ha tenido que ponerse en marcha para adaptar sus instalaciones a las obligaciones que marca la Unión Europea, aunque los productores han conseguido una moratoria que les permite terminar las obras pertinentes antes del 31 de julio. En algunas comunidades autónomas, las exigencias que marca la normativa han provocado el cierre de varias granjas. En Navarra, por ejemplo, según publicó el Diario de Navarra, la mitad han tenido que echar el candado.

En La Rioja, en cambio, el daño ha resultado menor y sólo una explotación no ha podido continuar con su actividad. «Y ha sido porque el propietario estaba próximo a la jubilación y no le resultaba rentable realizar la inversión», explica Alberto García, veterinario de ASAJA.

Las exigencias de la normativa son variadas. «Están dispuestas para mejorar el bienestar de los animales y que eso repercuta en la calidad», indica Igor Fonseca, director general de Agricultura y Ganadería. Éstas van desde una yacija que permita a las gallinas picotear y escarbar hasta un nido o un aseladero. Prácticamente todos los agentes aseguran que algunas de estas disposiciones resultan menos necesarias que otras. «Es cierto que no se ha demostrado científicamente que algunas vayan en beneficio del bienestar animal», cuenta Fonseca. «Algunos puntos rizan un poco el rizo», añade García.

La mayor mejora que han tenido los animales ha sido el aumento del espacio para desenvolverse en la jaula. Cada individuo tiene que contar, por lo menos, con 750 centímetros cuadrados de superficie a su disposición. Así, gran parte de las explotaciones ha tenido que sustituir sus jaulas antiguas por otras más grandes. Esto ha repercutido directamente en el número de individuos. «La densidad se ha reducido entre un 20 y un 30 por ciento», asegura el veterinario de ASAJA.

Hasta el próximo año

Los trabajadores del sector porcino, por su parte, todavía tienen plazo para adecuar sus instalaciones, ya que su normativa entra en vigor el primer día del próximo año. «Ahora mismo, se está elaborando una hoja de ruta por parte del Ministerio y, para ello, se han realizado una serie de encuestas para comprobar cómo se encuentran las instalaciones», explica Fonseca.

Los nuevos requisitos afectan, sobre todo, a dos tipos de explotaciones: las de cebadero y las de cerdas reproductoras. En las primeras, el punto que puede dar más quebraderos de cabeza a los ganaderos es el del emparrillado. La normativa exige que la superficie de la parrilla, así como la del terreno rígido sobre la que se sitúan los cerdos, tenga unas medidas concretas que, en muchos casos, actualmente no se cumplen. «Hay explotaciones que van a tener que sustituir el emparrillado entero con el coste que eso acarrea», se lamenta García.

En lo referente a las cerdas reproductoras, las exigencias aumentan. Además del emparrillado, los ganaderos van a tener que cambiar la manera en la que alojan a las hembras. Actualmente, éstas conviven en jaulas individuales y sólo interactúan con los individuos alojados en los compartimentos contiguos. Esto va a cambiar. Desde el periodo de tiempo comprendido entre las cuatro semanas siguientes a la cubrición y los siete días anteriores al parto, las cerdas deberán convivir en grupo. Este punto sólo tiene una excepción en las explotaciones con menos de diez individuos en las que éstos podrán permanecer en corrales individuales, siempre que puedan darse la vuelta con facilidad. «El ganadero va a tener que hacer una adaptación muy importante de sus instalaciones», reitera García. «Y eso va a provocar, de igual modo, que haya menos animales en cada explotación», añade.

Así pues, a los ganaderos porcinos se les aproxima un periodo de gastos por el que ya han pasado buena parte de los dueños de explotaciones con gallinas ponedoras. Para tratar de financiar estos costes y que se hagan algo más llevaderos cuentan con dos posibles alternativas. «Podrían acogerse a préstamos ICO o bien a un plan de mejora que ha puesto en marcha la Consejería», expone el director general de Agricultura y Ganadería.

Al sector ganadero, por lo tanto, no le va a quedar otro remedio que adaptarse a las nuevas peticiones europeas. Unos cambios que buena parte de los protagonistas consideran que van a dejar a la Unión Europea y, concretamente, a España en una situación de desventaja con respecto a los productos que vienen de otros países. «A nosotros se nos exigen muchísimos controles que en países terceros no resultan obligatorios», explican los hermanos Gallarta, ganaderos porcinos. Eso repercute de manera directa en los costes, por lo que resulta muy complicado competir con los precios de esos países. «Se deberían exigir los mismos requisitos», apostilla Fonseca.

Aun así, los ganaderos no tienen opción. O se adaptan o tienen que cerrar. La inversión es importante. No cabe duda. Es el precio para lograr, en teoría, la felicidad animal. (Información de la Rioja)

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