Ayer un comunicado me hizo que mis ojitos se nublaran, cuando me enteré que un perrito de un albergue había fallecido, tenía cáncer y al parecer un terrible dolor, ahora estaba bien y por fin tenía un hogar del que no sería desalojado, esto es sólo una manera muy escueta de describir lo que leí en aquella página.
El comunicado de hoy fue muy diferente, no me hizo llorar, pero sí reflexionar y por ello, antes que otra noticia, como suelen ser los viernes, de anécdotas o cosas chuscas, elegí esto, que nuevamente nos recuerda a todos que un animal de compañía no es un juguete y que antes de adoptar por un berrinche valoremos que algunas especies son depredadoras, y otras simplemente las llevaremos a nuestra casa a morir.
Les dejo este texto de Josefina Martín
Pocos Animales matan por matar, por ejemplo, el gato, que en su cerebro funcionan de manera separadas la necesidad de saciar su hambre, de su instinto depredador de cazar, aun así, el gato mata por una razón aunque no tenga hambre, lo hace para practicar la cacería, para enseñar a sus crías a cazar o para hacer un espléndido regalo a nosotros los humanos en nuestra poca destreza como cazadores y se invierten los papeles, es decir, ellos cuidan de nosotros y nos llevan presas para aprender ese arte.
¡Qué equivocado están los pobres gatos! Quieren enseñar a depredar al mayor depredador que existe sobre el planeta, como se dice en el lenguaje coloquial, “quieren enseñar al marques a mover el abanico”.
Desde que existe vida Animal, la cadena alimenticia siempre a dependido de matar y morir, los grandes depredadores ya sean insectos, aves, reptiles, anfibios o mamíferos siempre han dependido de la caza para sobrevivir.
Las cadenas alimenticias siempre se habían mantenido en perfecto equilibrio, la población de tal o cual animal, se mantenía en el número exacto para impedir su extinción (salvo en casos de fenómenos naturales que las alteraban), o sobre población, así, la población de conejos en Inglaterra, se regulaba por el zorro, la de focas por osos y orcas, eso por poner dos pequeños ejemplos, sumamente representativos, ya que tanto el zorro como el oso están al borde de la extinción.
El absoluto egoísmo y la soberbia que caracterizan al ser humano y la falta de valores en la vida actual, nos han no solo alejado de nuestra madre naturaleza, de los instintos primarios, de no sobre explotar nuestros recursos, de respetar toda forma de vida, si no que nos sentimos con el derecho de matar por matar. El ser humano (aunque no puedo generalizar, pero somos una misma especie y por ello me obligo a hacerlo) vive para matar. Matamos desde una simple araña por que nos da pavor, hasta una ballena con el pretexto de los estudios científicos o para nivelar la sobre población (¿cuál?) de éstas que ponen en peligro la pesca de ciertas naciones como Islandia. Bueno pues si nos matamos unos a otros que esperanzas tenemos de respetar otras formas de vida.
Nuestra sed de matar no solo se extiende en el día a día en lo que comemos, que bueno, finalmente necesitamos comer, pero va mas allá de esto, matamos sin darnos cuenta que al extender las manchas urbanas y los campos de cultivo, estamos acabando con nuestras selvas, bosques, tundra, en fin con todos nuestros ecosistemas.
La sobre explotación demográfica conlleva a la sobre explotación de nuestros recursos, antes renovables, ahora en peligro inminente de desaparecer por falta de tiempo para renovarse.
Matar un árbol significa que miles de especies que viven en un micro ecosistema mueran con éste, estamos matando miles de árboles, miles de micro ecosistemas, miles de plantas, animales y al final, quién sabe, también a miles de humanos que no van a tener ni agua ni comida para poder sobrevivir.
El ser permisibles con nuestros hijos rayando en la anarquía, la falta de conocimiento y de conciencia, han puesto al mundo de cabeza, eso es lo que estamos inculcando a las generaciones venideras, aunque afortunadamente, los niños tienen mas conciencia que los adultos en ciertos temas relacionados con el cuidado del medio ambiente y la naturaleza, pero ellos no pueden darse cuenta de todo, ni pueden cambiar las cosas de un día para otro. Somos nosotros, los adultos que debemos inculcar esos valores, ese respeto hacia toda forma de vida.
Empezando en casa, con nuestros animales de compañía por ejemplo, el tener una vida que depende de nosotros no es cuestión de capricho, es cuestión de responsabilidad, de necesidades, de tiempo, de dinero y de ganas de que nuestro “amigo” lleve una vida digna.
No debemos dejarnos llevar por una rabieta infantil para comprar un animal exótico, sin pensar que quizá, lo mas probable, es que fue sustraído de su hábitat natural, desde un pequeño pecesillo tropical, una tarántula, un perico o una iguana, no son animales para tener en casa, son animales que deben vivir en su lugar de origen, en las selvas, desiertos, mar.
La tenencia responsable de animales de compañía es un trabajo arduo y de todos los días, no nos puede dar “flojera” recoger sus heces, tenerles agua fresca, darles de comer, educarlos, vacunarlos, limpiar sus areneros, desparasitarlos y esterilizarlos. No podemos dejarlo para mas tarde, para otro día, para otra ocasión o para el momento en que tengamos tiempo y dinero, tal vez para entonces sea demasiado tarde.
El tema de protección animal y de nuestros ecosistemas no es para verlo desde lejos, pensar que es para aquellos “locos” que luchan por defender lo que otros están destruyendo con tanta facilidad, pensar que la vida de un perro, gato, ballena u oso no vale nada, es pensar que la vida de los seres humanos tampoco y que de las futuras generaciones mucho menos cuando no sepan lo que era ........ (cualquiera de las 16,000 especies que están en peligro de extinción)....... por que para eso tenemos el derecho como Homo Sapiens de vivir para matar.......
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